28.7.11

Cerrando el pasado (Cerrando el pasado)


Es bueno saber cuándo se concluye una etapa en la vida. Si insistes en permanecer en
ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del presente. Lo importante
es poner punto final a los momentos de la vida que se han terminado.

Hay que dar vuelta la página y vivir con lo que tenemos hoy en nuestras manos, recuerda que Dios tiene un futuro preparado para tí y que depende solo de tí alcanzarlo o quedarte distraído en las cosas del pasado, que dicho sea de paso, no puedes cambiar.

El pasado ya pasó. No esperes que nadie te devuelva nada, no esperes que nadie reconozca
tus esfuerzos. Debes liberarte del resentimiento, de las ataduras que traen los recuerdos del
pasado.

Si andas por la vida dejando las puertas abiertas, cuando deberían estar cerradas, nunca podrás desprenderte del pasado ni vivir el presente plenamente.

Cierra la puerta para siempre, pero no por orgullo, o soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio. Esas cosas ya no forman parte de tu vida.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año.

Recuerda que nada ni nadie son indispensables. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo.
Por lo tanto es tu responsabilidad personal aprender a desprenderte y ser libre.

Muchas veces lo que nos ata, es simplemente costumbre, apego, hábito, necesidad. Así que
cierra, corta, vete, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate. Vive cada segundo de tu
vida como si fuera el último, pero con mucha alegría!!
Es bueno saber cuándo se concluye una etapa en la vida. Si insistes en permanecer en
ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del presente. Lo importante
es poner punto final a los momentos de la vida que se han terminado.

Hay que dar vuelta la página y vivir con lo que tenemos hoy en nuestras manos, recuerda que Dios tiene un futuro preparado para tí y que depende solo de tí alcanzarlo o quedarte distraído en las cosas del pasado, que dicho sea de paso, no puedes cambiar.

El pasado ya pasó. No esperes que nadie te devuelva nada, no esperes que nadie reconozca
tus esfuerzos. Debes liberarte del resentimiento, de las ataduras que traen los recuerdos del
pasado.

Si andas por la vida dejando las puertas abiertas, cuando deberían estar cerradas, nunca podrás desprenderte del pasado ni vivir el presente plenamente.

Cierra la puerta para siempre, pero no por orgullo, o soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio. Esas cosas ya no forman parte de tu vida.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año.

Recuerda que nada ni nadie son indispensables. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo.
Por lo tanto es tu responsabilidad personal aprender a desprenderte y ser libre.

Muchas veces lo que nos ata, es simplemente costumbre, apego, hábito, necesidad. Así que
cierra, corta, vete, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate. Vive cada segundo de tu
vida como si fuera el último, pero con mucha alegría!!

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